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por la cuenca del Guadalquivir, estableciéndose en el valle golfos de facies lagunares hasta la emersión definitiva de

dicho valle.

Las edades miocénica y pliocénica aparecen claramente distintas y sin transición de una á otra en la cuenca que me ocupa, indicando una interrupción en la sedimentación de ambas, bien al contrario de lo que se observa en tantas regiones terciarias de Europa. Quizás un reconocimiento prolijo de las antiguas costas miocénicas del pie de la Sierra descubriera las huellas de la erosión del mar pliocénico que azotara las rocas ó dejara allí la obra de los moluscos perforantes, si bien al N. de Sevilla poco deben de haber dejado de estos restos los grandes trabajos posteriores de denudación que esta parte de la provincia ha sufrido.

En suma, el valle del Guadalquivir no es más que una lengua de tierra cortada por fallas y comprimida entre la Sierra Morena y la serie de sierras meridionales, en la que los antiguos depósitos han sido alzados y deprimidos diversas veces durante el periodo secundario. Este valle parece jugar, entre la antigua meseta y la cadena bética, un papel análogo al del valle del Ródano entre la meseta central francesa y los Alpes. La serie bosquejada de movimientos y de acciones mecánicas de que fué teatro la región bética, ha sido sistematizada magistralmente por el eminente profesor Suess (1). A las oscilaciones acaecidas al fin del cretácico corresponden las discordancias de estratificación, á veces marcadísimas, que se observan al SE. del valle del Guadalquivir, como dicen acontece en la cordillera del Atlas entre el nummulítico y las formaciones subyacentes. Más tarde, en los tiempos comprendidos entre el nummulítico y el miocénico se acentuaron los relieves de la parte occidental del actual Mediterráneo, al parecer como efecto del contragolpe de las presiones que actuaban sobre el Pirineo, hasta que entre el miocénico inferior y el medio se inició un movimiento inverso de progresión del Mediterráneo. En fin, después del miocénico medio se produjo el gran levantamiento principal del Atlas como contragolpe del principal de los Alpes, y desde entonces el Mediterráneo fué empujado

(1) Das Antlitz der Erde, 1885.

al pie de la cordillera africana mientras se producía el canal actual del Estrecho de Gibraltar por un hundimiento en sentido del eje de dislocación del litoral argelino entre las costas españolas y marroquíes.

Muy poco se sabe todavía con respecto á los movimientos del suelo de Andalucía de fecha posterior á estos últimos de que acabo de hablar, y á contribuir á su esclarecimiento he dirigido mi atención en estos últimos años.

Recordaré como precedentes que el Sr. Macpherson (1) ha encontrado en la provincia de Cádiz testimonios seguros de que en la zona costera el suelo ha sufrido hondas perturbaciones en época reciente, geológicamente hablando. En efecto, los depósitos diluviales aparecen allí ocupando lugares relativamente altos, con frecuencia la cima de las colinas, en vez de cubrir las actuales depresiones del terreno, siendo manifiesto que el origen de dichos depósitos es anterior à las erosiones que rebajaron á sus niveles actuales el terreno últimamente plegado, formando los más profundos valles actuales, y que no había ocurrido aún el quebrantamiento que agrieteó alteró después todas las capas de esta región en ángulo recto á su dirección primitiva. Es decir, que las concavidades de los pliegues, entonces antiguos valles por donde corrían las aguas, son hoy, à consecuencia de tan hondos trastornos post-dilúvicos, las cumbres de las colinas.

El Sr. Orueta (2) y nosotros (3) hemos comprobado al N. de la provincia de Málaga y al S. de la de Sevilla, la obra de grandes movimientos post-miocénicos, que produjeron pliegues en sentido normal á los que se fraguaron antes del depósito de los primeros sedimentos terciarios. Por su virtud, casi todos los ríos y arroyos de dicha región corren por lechos que se han socavado nuevamente, practicando erosiones y cortaduras de carácter moderno manifiesto, por cuyos nuevos cauces se verificó el desagüe de las lagunas que hacían antes de la región un país esencialmente pantanoso.

(1) Bosquejo geol. de la prov. de Cádiz, 1873.

(2) Bosquejo Лs. y geol. sobre el N. de la prov. de Málaga. (Bol. de la Com. del Mapa geol. de Españo; t. iv, 1877.)

(3) La région épigenique de l'Andalousie et l'origine de ses ophites. (Bull. de la Soc. geol. de France; 3.a serie, t. xvII, 1888.)

En esta época de perturbaciones estratigráficas y de profundo cambio en el régimen de las aguas superficiales se desarrollan por excelencia en Andalucía, como en el Mediodía de Túnez, según las investigaciones de M. Ph. Thomas (1), las actividades hidrotermales, geiserianas y solfatáricas. Pero estas sólo pudieron obrar donde el suelo ofrecía los materiales necesarios para desarrollar tal quimismo y donde las acciones orogénicas actuaron con mayor energía, que es en la vasta zona que en otro trabajo he descrito con el dictado de epigénica, zona que se extiende entre la veguada del Guadalquivir y la costa mediterránea.

Recorriendo los depósitos miocénicos y pliocénicos de la provincia de Sevilla llama la atención el contraste de su horizontalidad casi perfecta en Utrera, Mairena del Alcor, Alcalá de Guadaira y el Aljarafe con los notables pliegues y pequeñas sierras que los mismos estratos manifiestan á corta distancia entre Arcos y Montellano, donde adquieren también mucho más espesor que en la parte próxima al río. Los mismos depósitos miocénicos se alzan en Alhama de Granada y en la Serranía de Ronda hasta alturas que oscilan entre 1.000 y 1.100 m. y desde allí descienden, describiendo una serie de pliegues más o menos pronunciados, para volverse horizontales en la misma veguada del Guadalquivir. La línea de separación entre los depósitos horizontales y los plegados no es rectilínea, como ya lo ha notado el Sr. Macpherson (2), sino que forma una serie de escalones con marcado retroceso al S., corriendo desde Lebrija y Sanlúcar en la provincia de Cádiz hasta el Mediodía de la loma de Chiclana en la de Jaén.

Semejante contraste entre la accidentación y altura del miocénico en los sitios mencionados y su horizontalidad en la veguada del río haría creer que en esta última parte ningún movimiento post-plioceno haya dejado su huella. Mas esta es una apariencia engañosa, como voy á tratar de demostrar, poniendo de manifiesto una serie de movimientos alternativos importantes en la vertical en la veguada misma del Guadalquivir.

(1) Recherches sur quelques roches ophitiques du Sud de la Tunisie. (Bull. de la Soc. geol. de France; 3.a serie, t. xix, 1891.)

(2) Relaciones entre la forma de las depresiones oceánicas y las dislocaciones geológicas. 1888; pág. 11.

II.

Estudiando la serie de capas que afloran en torno de Sevilla en los bordes del espeso manto de dilurium y aluviones en que se asienta esta capital, es dado comprobar las huellas de una serie de fenómenos geológicos del mayor interés.

El Guadalquivir corre en esta parte en un anchuroso valle limitado por una serie de colinas margo-arenosas que le cercan al NO. y otra de calizas detríticas en el lado opuesto. Ambas formaciones pertenecen al terreno pliocénico y están limitadas bruscamente por calizas miocénicas, las cuales á su vez, cortadas repentinamente, ceden su puesto á rocas más antiguas. El adjunto corte general da idea de esta disposición y de otras circunstancias que examinaré después.

Partiendo del NO. de Guillena en el arroyo del Molinillo á 60 m. de altitud, se ven sucesivamente las pizarras cámbricas levantadas á veces casi hasta la vertical, y en contacto con los granitos porfidicos atravesados por diabasas cristalinas. So

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1. Granito porfídico atravesado por diabasas.-2. Pizarra cámbrica.-3. Conglomerado calizo miocénico (helveciense) con grandes Ostreas, Clypeaster, etc.-
4. Calizas miocénicas (helvecienses) con areniscas ricas en Pectenes.-5. Marga azulada pliocénica con Cythereas, Corbulas, Naticas, etc., y muchos
foraminíferos.-6. Arenisca margosa pliocénica con Dentalium, Cardium, etc., y muchos foraminíferos.-7. Caliza pliocénica detrítica fosilífera.-
8. Diluvium y aluviones.

Cerro de Sta Brigida

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bre este conjunto de rocas profundamente trastornadas descansa una estrecha faja de capas horizontales consistentes en un conglomerado calizo-siliceo cuya edad helveciense y carácter costero declaran los abundantes y ricos fósiles que encierra, entre ellos los siguientes: Pecten cf. Besseri Andrz., P. Beudanti Bast., P. gigas Schl., Ostrea crassisima Lmk., O. Velaini Mum.-Ch., Clypeaster insignis Seg., Cl. altus Lamk. y Cl. piramidalis Mich., determinados por el Dr. W. Kilian (1) en vista de los ejemplares que le entregué á su paso por Sevilla.

Una falla, por la que corre la ribera de Huelva, interrumpe rápidamente la extensión meridional de dichos sedimentos miocénicos, que vienen á chocar en contacto anormal con las margas pliocénicas de Guillena, hasta el punto de que á primera vista parecería que estas últimas penetraban debajo de aquellas.

La formación margo-arenosa pliocénica continúa al Mediodía hasta ocultarse en Sevilla bajo el diluvium. En el extremo opuesto es reemplazada por las formaciones calizas detríticas de Dos Hermanas y Alcalá de Guadaira, de las cuales trataré á continuación con mayor detalle. Detrás del castillo de esta última villa el diluvium cubre al terreno subyacente después del cual afloran bancos horizontales de caliza con otros de arenisca interestratificados ricos en restos fósiles y particularmente Ostreas. El nivel del terreno sigue elevándose gradualmente al Mediodía y á Oriente con la misma composición y estructura, hasta llegar en Morón á los 150 m., siendo allí bruscamente cortado y sustituído por calizas eocénicas fuertemente plegadas y dislocadas de mil modos por acciones de empuje lateral que no ha obrado al parecer sobre los sedimentos miocénicos ni pliocénicos.

Voy á examinar ahora más en particular la composición y estructura de las capas pliocénicas cuyos movimientos constituyen el asunto especial de la presente investigación.

Partiendo de la serie de colinas que al N. y NO. de Sevilla, desde el cerro de Santa Brígida que por ser el más empinado de aquella (112 m.) figura en el corte, hasta Coria forman en

(1) Études paléont. sur les terrains second. et tertiair. de l'Andalousie. (Mém. de l'Acad. des Sciences. t. xxx; 1889.)

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