Y encogido de esperanzas Mira los álamos blancos No hay estado que no envidie : Suspiros del alma, dice: Ay! ¡que así está mi pastora Tiene Lope entre sus bellas composiciones algunas canciones excelentes. He aquí algunos trozos de una de ellas : O libertad preciosa, No comparada al oro Ni al bien mayor de la espaciosa tierra; J Más rica y más gozosa Que el preciado tesoro Que el mar del Sud entre su nacar cierra, Con las vidas y famas, Conquistado en el mundo; Paz dulce, amor profundo, Que el mal apartas, y al bien nos llamas; Oro, tesoro, paz, bien, gloria y vida. ¡Qué magnífica descripcion de la libertad! ¿Se puede decir nada mejor en loor de esa dulce y cara prenda? Contínuemos: > Cuando de las humanas Tinieblas ví del cielo La luz, principio de mis dulces dias, Aquellas tres hermanas, Que nuestro humano velo, Tejiendo llevan por inciertas vias, Las duras penas mias. Procuran en la gloria Que en libertad poseo Con siempre igual deseo; Donde verá por mi dichosa historia Quien más leyere en ella Que es dulce libertad no ménos bella. Yo pues, señor excelso De esta montaña y prado, Gozo la gloria y libertad que tengo; Soberbio pensamiento Jamas ha derribado La vida humilde y pobre que entretengo : Cuando á las manos vengo La flecha, el arco. la ponzoña, el fuego; Lloro el ajeno mal y canto el mio. Cuando el aurora baña Con helado rocio De aljofar celestial el monte y prado, Riberas de este río, A dar el nuevo pasto á mi ganado: Muestra sus fuerzas graves, Debajo un sauce ó pino, Oyendo el son de las parleras aves, Donde el perdido aliento se restaura. Con su estrellado manto El claro dia en su tiniebla cncierra, El tenebroso canto De los nocturnos hijos de la tierra, Al pié de aquesta sierra Con rústicas palabras Mi ganadillo cuento; Y el corazon contento Del gobierno de ovejas y de cabras, La temerosa cuenta Del cuidadoso rey me representa. Aquí la verde pera Con la manzana hermosa De gualda y roja sangre matizada, Y de color de cera La cermeña olorosa Tengo, y la endrina de color morada: Aquí de la enramada Para que el olmo enlace Melosas uvas cojo, Y en cantidad recojo, Al tiempo que las ramas desenlaza, Membrillos que coronan este rio, No me da descontento El hábito costoso Que de lascivo fuego el pecho infama: Del campo generoso Estas silvestres frutas que derrama; Mi regalada cama De blandas pieles y hojas Que algun rei la envidiara, Y de tí, fuente clara, Que bullendo el arena y agua arrojas, ¡Sustentos pobres, pero bien seguros! Es una bellísima composicion, la que prueba entre otras lo que podia alcanzar el númen poético de Lope de Vega. Para conocerlo bien y para poderlo apreciar debidamente y admirar su extraordinaria fantasia y las espléndidas facultades de su ardiente imaginacion y de su apasionada alma, seria necesario seguirlo en todas las magníficas obras de suingenio, que entre tantas malas tiene; baste para nuestro ensayo con las que hemos dado para apreciarlo debidamente. Y no seria posible tampoco hacerlo en nuestra Revista, cuando requiere este poeta un estudio muy detenido y profundo entre todos las poetas, por la diversidad de sus obras, ascendiendo la cantidad de versos que compuso á la cifra de 21,316,000, número prodigioso segun se vé, y como dice bien Ticknor: Este número prodigioso de versos bastaria para formar un Parnaso entero de una nacion. En prueba de su extrema facilidad versificadora trasladamos un soneto que lo manifiesta y es el siguiente: Un soneto me manda hacer Violante, Que en mi vida me he visto en tal aprieto Yo pensé que no hallara consonante, Y aun parece que entré con pié derecho, Ya estoy en el segundo, y aun sospecho ¡Qué facilidad y qué soltura para manejar el |