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las obras de Quintiliano, de Homero, de Eurípides, de Hesiodo, que si no hubiesen desaparecido completamente, haciendo una coleccion cronológica de las medallas para servir á la historia con esos indestructibles monumentos.

¿Podrá haber existido en álguien mayor interés por la ciencia y mayor celo por el desarrollo intelectual y progresivo de la humanidad, que el que animaba á Petrarca?

Y todo ello en medio de sus trabajos poéticos y de sus ocupaciones, ya políticas ó diplomáticas, con las que fué honrado tantas veces, y en las que desempeñó y prestó tan grandes servicios á su país, así como los habia prestado á las letras que tanto ha honrado.

Otro de los grandes génios de la Italia es Bocaccio.

Este tambien hizo tanto por las letras, que se le debe á él en mucha parte el haber salido de la infancia la literatura.

El Decameron es una coleccion de cien novelas en que las gracias y los chistes, la novedad y variedad que encierran; la pureza del idioma, la correccion en el estilo - y la fecundidad de imagacion las hacen de apreciable lectura, aunque pecan por demasiada licencia y aun traspasan los límites á veces de lo decente.

En la epidemia de Florencia, concertándose

varias damas en salir fuera de la ciudad y distraer el ánimo de las preocupaciones terribles del estado afligente y desolador de aquel terrible encargaron á Bocaccio que amenizase las largas veladas del campo con algunos

azote

cuentos.

Bocaccio lo realizó y compuso su Decameron, que inmortalizó su nombre y le valió ocupar uno de los primeros puestos entre los prosistas italianos.

La idea no es bien ciertamente original y se le debe en mucha parte al Dolopathos ó Romance de los siete sabios, obra de orígen indio, en que parece que Dolopathos, rey de Sicilia, por acusaciones de su consorte, pretendia matar á un hijo tenido en anteriores nupcias, y que siete sabios, en el espacio de siete dias, lo entretienen con historias para catequizarlo y reducirlo á la clemencia, como hay tambien mucho tomado de otras relaciones y sobre todo de las Mil y una Roche.

Sin embargo, hay una distancia tan enorme entre el mérito literario de aquellas composiciones que pudieron acaso servir de tela á Bocaccio para su Decameron, que siendo como es esta una coleccion verdaderamente obra de un genio vastísimo, de un profundo analizador de las costumbres y conocedor del corazon huma

no, no hay punto de comparacion, ni aun existe acaso analogia entre aquellas producciones.

El único objeto de Bocaccio, dice M. Perrens, no es solo en esa obra divertir á las damas, es el designio secreto de presentar una comedia humana.

Todas las condiciones, todos los caractéres, todos los sentimientos, se ofrecen á los ojos del lector: esposos, padres, hijos, soldados, paisanos, monjes, judios, amantes, etc., etc., se les ve aparecer hábilmente pintados, en aquella coleccion de romances, agrupados conforme al símil de su carácter, de sus acciones, de sus sucesos y de sus desgracias.

Vemos sucederse en la primera série diversos personajes que han recobrado por su habilidad lo que perdieron; en la segunda aquellos que se vengan de sus injurias, y en la tercera los que han triunfado ó fallado en sus amores.

Temperamentos coléricos ó apáticos, maridos burlados, monjes libertinos, viejos avaros, corsarios, hipócritas, etc., etc., se suceden en medio de los relatos más interesantes y más diferentes, hablando jovial y alegremente, ó bien noble, grave y elocuente, como otras veces emocionado, tierno, patético, segun las situaciones que describe en esos pequeños dramas, los que tienen cada uno su exposicion, su intriga y desenlace.

Escribió Bocaccio ademas otras obras en que es notable, no solo como novelista y poeta sino por su profunda erudicion.

No podemos dejar de citar á Maquiavelo entre los más grandes talentos que la Italia ha producido, aunque de otro género que los citados.

El célebre secretario florentino, dedicado á los estudios políticos, aunque sus máximas son detestables y los principios que sostiene en su libro El Príncipe, donde enseña todos los medios de que puede disponer la tirania, juzgándolo no por sus principios ni por sus juicios, sinó por sus profundos conocimientos, por su arte y por la grandiosidad de imágenes y conceptos, es uno de los escritores más célebres y hay opiniones de que es comparable con Tácito. Los Discursos sobre Tito Livio dan la idea de sus elevados conocimientos y vastísimo talento, y como dice un escritor, en esa obra Maquiavelo analiza y desarrolla lo que resume Bossuet, y se distingue de él como de Montesquieu, por la aplicacion constante de los hechos antiguos á los intereses modernos.

Lástima es que tan gran genio hubiese empleado sus brillantes disposiciones en proporcionar los medios para amordazar las libertades - y sentar las bases del despotismo en los Estados, y aunque los efectos de su libro El Prín

cipe parecen neutralizarse con sus Comentarios sobre Tito Livio sin embargo de que estos no manifiestan tan malos propósitos ni tan detestables principios -se distinguen por una refinada conciencia de proporcionar los medios para la tirania, como sus demás obras.

Ariosto, es otro de los genios inmortales de Italia, de ese pueblo en que el espíritu y fuego sagrado del arte parece jamas abandonarlo, ha honrado á las letras con su prodigiosa imaginacion.

Ariosto, protegido por los duques de Ferrara, llegó á ser un personaje importante, y desempeñó cargos de trascendencia; pero no lo juzguemos por su vida política, en la que prestó verdaderos servicios á su país, sino por su vida. artística y literaria.

Ariosto compuso un poema maravilloso y espléndido verdaderamente, titulado Orlando furioso, en que se vé el arte consumado y el genio inmenso de su autor, como su vastísima imaginacion.

Es preciso seguirlo en todas las acciones que describe en su obra, los cuadros que desenvuelve con la magia de su genio, los episodios de sus galanterias, de sus encantos, de sus amores y de sus batallas, etc., uniendo lo serio con lo festivo, lo ameno con lo terrible, para com

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