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con una sola pincelada, y con tal vigor que sobrepuja á los más grandes poetas.

Su estilo, dice M. Villemaín, es tan pronto simple y sublime como el de Homero, tan pronto satírico como el de Horacio, más rico y más variado el de Ovidio, más enérgico y valiente que el de Lucano.

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En realidad, Dante, metafísico profundo, teólogo sutil, excelente moralista, poeta inimitable, no puede ser comparado á nadie.

Además de la Divina Comedia escribió otras obras, la Vita Nuova, donde refiere sus amores con Beatriz, De vulgaris eloquentia, de Monarchia, y todas ellas tienen el sello de su inteligencia y el nervio que distingua el estilo de Dante.

Petrarca, el apasionado cantor de sus amores con Laura de Novés, es otro de los poetas Italianos que más han honrado á la república de las letras.

Infatigable obrero de la clásica antigüedad, entusiasta promotor de los estudios selectos, poeta erudito, cooperó con su gran génio al desarrollo intelectual en aquellos tiempos de oscurantismo y de decadencia completa.

Así es preciso estudiar á Petrarcano solo en sus contemplaciones, en sus lamentos, en sus quejas contra un amor imposible, que han inmorta

lizado su nombre, y por cuya causa gastó diez y siete años de existencia entre «lágrimas y suspiros»; es necesario considerarlo tambien bajo el importante rol que asume ante la historia de la literatura para comprenderlo y para admirarlo mejor.

Petrarca dotado de una sensibilidad extraordinaria y con una organizacion verdaderamente artística, promovia el gusto literario, la aficion á los estudios, y se empeñaba en disipar las densas tinieblas que embargaban y esterilizaban los nobles esfuerzos de los que se consagraban al cultivo de las Bellas Letras; así es que es preciso considerar á Petrarca no solo como una gloria de Italia, sino como uno de los génios que más han honrado á la humanidad, y que vivirá siempre en el recuerdo de las generaciones.

Poseido de una ardiente pasion por los estudios, á él se le debe la adquisicion de las Instituciones oratorias de Quintiliano, muchos trabajos de Ciceron y otros manuscritos y monografías importantes.

Sus sonetos escritos con toda la inspiracion de su ardiente fantasia, tienen la gracia y delicadeza de los más puros y suaves sentimientos de su corazon; tienen el sello de su brillante imaginacion, y ese gran interés que presta siem

pre el argumento de una pura y constante pasion, á las almas que sienten el tierno imperio de las dulces emociones y se extasian en suave melancolia.

Los sonetos son la historia de la pasion de Petrarca, y alcanzan al número de doscientos noventa y tantos, y aunque muchos de ellos encierran la repeticion, bajo diversas formas, del mismo argumento de las alternativas de su amor, hay un vivo interés en leerlos pues están llenos de elegancia y gracias que les prestan siempre, novedad.

Sin embargo, una crítica escrupulosa hallaría en algunos de esos sonetos motivos, de consideracion para reprobar la monotonía de algunos, los juegos de palabras, las antítesis exageradas en otros;-pero como dice Petrarca mismo, aludiendo á no creerlos excntos de errores, «Si hubiese creido que los sonidos rimados de mis lamentos amorosos habian de ser tan apreciados, los habria hecho, desde el momento en que empezé á suspirar, con más cuidado y con mejor estilo. Ahora solo les interesan á los que, como yo entónces padecen, de la misma enfermedad que sufria mi alma ».

Y sin embargo ellos han inmortalizado á Petrarca, á pesar de esta modesta declaracion, y contribuyeron eficazmente á que se viese orlado

con la corona de inmarcesible gloria que ciñó sus sienes.

Sus canciones indudablemente tienen más nervio, pues el poeta, sin la tiránica exigencia de los sonetos, que Boileau declara, conociendo sus dificultades, que un buen soneto equivale á un gran poema-remonta el vuelo de su imaginacion, y libre de la trabas que se oponian al desarrollo de su inspiracion, alcanza al más alto grado de lo sublime y se iguala á Anacreonte y á Píndaro; y como dice un autor, el amante ingenioso de Laura se transforma en un grave patriota; de elegante su lenguaje se convierte en magnífico, y sus odas no son solo una simple satisfaccion que se dá á sí mismo, sino el acto útil y reflexionado de un buen ciudadano.

Sus composiciones á Riensí y á la Italia son, en su género, la prueba mas elocuente de su sublime génio.

Los Triunfos, en donde vuelve aún á tratar de sus amores, es una alegórica composicion al estilo de la de Dante pero, no ha sido feliz en su desarrollo, y no corresponde al mismo grado que alcanza su génio en sus sonetos y canciones, sin embargo de que existen en aquel poema moral de la humanidad, cuyo argumento es que el amor vence á la juventud, y que

los desengaños maduran la razon y el triunfo definitivo de la muerte y la eternidad del tiempo, contienen algunos pasajes interesantes, y sin embargo es inferior á sus otras composiciones; lo mismo que su Poema titulado El Africa, en que canta las guerras Púnicas, no tiene las condiciones necesarias de la epopeya, ni el interés predominante para desarrollar grandes argumentos.

Petrarca tuvo una existencia activísima y se señaló no solo por sus grandes trabajos en las letras, sino tambien en muchas cuestiones difíciles en que tuvo que desempeñar misiones diplomáticas y políticas.

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Para hablar de ello seria necesario, como dice M. Perrens, contar detalladamente esa vique el poeta pasó, ya en viajes, escribiendo á los príncipes, á los monjes, á los sábios, volviéndose del camino andado desde que sus ojos percibian los muros de un antiguo monasterio, para con avidez inspeccionar sus archivos, sin descuidar los de las ciudades, comparando, completando una con otra obras mal copiadas, incorrectas, desprovistas de índices y de tablas de materias para conocer, ya el título de la obra ó el nombre del autor, copiando él mismo cuando podia tener tinta, ó gastando su dinero en copiar manuscritos, en rehacerlos, debiendo á esto

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