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del feudalismo municipal de la Edad Media. Parece á primera vista que estas dos palabras se excluyen, y sin embargo pintan bien el estado de muchas repúblicas americanas. En la Edad Media, todo un pueblo reunido en un municipio era como un solo señor feudal, vivia en el privilegio, y se aislaba en sus muros como el señor feudal en sus castillos. Pues bien, cada uno de los pueblos americanos, en particular, no puede tener libertad mientras no la tengan todos, y no puede conservar esa libertad mientras no haya un pacto para conservarla entre todos ellos. Dentro de las mismas confederaciones que hoy existen, & no forma cada provincia una nacion? ¿Por qué no podrian reunirse todas las repúblicas españolas en una gran Confederacion que las vivificase á todas? El aislamiento municipal en que viven, las mata. Hasta cierto punto, este fué tambien un mal de España en la Edad Media. Aragon vió indiferente caer un dia las libertades castellanas en los funestos campos de Villalar. Al poco tiempo conoció su error, pero era tarde, porque la cabeza de Lanuza habia rodado ya por el cadalso, la cabeza de Lanuza, del justicia de Aragon, con el cual fueron decapitadas las leyes. Pero cuando el extranjero ha llamado á nuestras puertas, todos hemos sido unos. En Calatañazor, en las Navas, en Tarifa, en Bailen, todos hemos peleado unidos, no solo por los hogares, sino tambien por la patria. Teníamos derecho á esperar que hubieran hecho algo parecido las repúblicas hispano-americanas todas las

veces que ha sido profanado su suelo y amenazada su libertad.

Para que no sea posible que otra vez suceda desgracia tan grande, es preciso que todos los hombres eminentes de América piensen con madurez en formar la gran Confederacion de las repúblicas españolas. De todas esas pequeñas naciones, sin que ninguna tuviera que perder su autonomia, su libertad, su gobierno interior, formaríase una grande, una formidable nacion. Cada una de esas repúblicas tendría su representante, su voz, su voto, en un gran Congreso central: vanos serian todos los proyectos de agresion contra los Estados del mundo hispanoamericano, si la América reunida en un congreso interpusiera su veto. En caso de ataque, las repúblicas todas enviarian sus contingentes á pelear por la patria de todos, por la independencia de todos, y América no correria peligro alguno ya venga el peligro de los Estados Unidos, ya venga de Europa. Conservad vuestra independencia, la ley de variedad, que es una de las leyes fundamentales de la vida; pero constituid la unidad fuerte, poderosa, sin la cual no puede haber naciones verdaderamente grandes. El particularismo de vuestra vida no daña en nada, ántes vivifica esa unidad, que ha sido la gran obra de nuestra raža en la historia. Nuestra raza reunió todos los pueblos y los hizo uno solo; reunió todos los códigos y formó su derecho; reunió todas las conciencias y les dió una Igle

sia. Roma, el derecho romano, y el catolicismo son las tres mas maravillosas obras de unidad que guarda la historia. Después de estas no hay ninguna tan grande como la unidad de aquel inmenso imperio español en cuyos dominios brillaba eternamente el dia. No desmintais, pues, los caractéres de vuestra raza y de vuestra historia.

¡Qué hermoso espectáculo seria ver realizado el ideal del gran Bolivar, el Washington del Mediodía, que prefirió como éste á una corona que abrasa la frente, la honra pura y modesta de ser ciudadano de un pueblo libre qué hermoso espectáculo ver realizado ese ideal; ý en el istmo de Panamá, teniendo á cada lado las dos mitades del Nuevo Mundo, contemplar reunidos los representantes de todas las repúblicas españolas, hijos de una misma madre, individuos de una misma raza, formando un pacto de union entre esos pueblos, que la historia celebraria como una de las mejores conquistas del derecho, que bendiciria Dios como uno de los esfuerzos mas grandes y meritorios hechos por las naciones para realizar su pensamiento sobre la faz de la tierra! Y para este fin, no habria oficios más eficaces ni mas seguros que los oficios de España. Nuestra nacion, el dia que tenga un gobierno digno de un pueblo grande, de un pueblo libre, trabajará en pro de esta idea con todas sus fuerzas. España debe recordar á América, que bajo su cetro, América ha sido una. España sacrificó la libertad

en aras de la unidad. América há sacrificado la unidad en aras de la libertad. En necesario que estos dos principios se armonicen indisolublemente en la Confederacion de la raza española en América.

Confederada esta raza, necesitará un representante de sus ideas, de sus intereses en Europa, porque no es posible separar los continentes cuando el vapor y la electricidad echan á unos en brazos de los otros, y los confunden á todos en un mismo ideal. ¿Y dónde puede encontrar un representante fiel de sus aspiraciones, de sus ideas, América, dónde sino en España? Nuestra patria, sin aspirar á dominaciones imposibles; siendo la primera en asegurar y respetar la independencia de las repúblicas hispano-americanas, podria decir en Europa que se hallaba al frente de la Confederacion mas poderosa de el mundo. No renaceria aquel poder material que conquistaron nuestros héroes, aquel poder material que nos costó la pérdida de nuestra poblacion, de nuestra agricultura, de nuestra industria; pero naceria un poder moral mucho mas grande, mucho mas provechoso, que diera en Europa á España la consideracion debida á la madre de tantas naciones, la cual se ofreceria á sus ojos, rodeada, no como Niobe, de sus hijas heridas, sino vivas, hermosas, felices, resplandecientes con todos los esplendores de su rica naturaleza, y con todos los bienes que dan la libertad y la unidad, esas dos armonías de la vida. Las dos necesidades interiores de América son conservar la independencia y conservar

sus repúblicas. Pero las dos necesidades del porvenir serán una relacion interior de derecho entre todos los pueblos americanos, y una relacion exterior de hechos, pero íntima, con Europa. Y como grande mediador entre Europa y América una relacion moral con el pueblo que por su posicion, por su historia, por su sangre, puede ser el representante único de América, con el pueblo español. Hé aquí mis ideas.

Los libros del Sr. Tórres Caicedo sirven á estas ideas, y son grande preparacion á un porvenir todavía embrionario. Leidos en España ávidamente dan á conocer la literatura americana; aproximan dos pueblos que el recuerdo del despotismo y el recuerdo de la guerra habian separado. Y no solamente realiza el Sr. Caicedo una gran obra social, sino que realiza una grande obra estética. La literatura española de estos últimos tiempos se distingue por la perfeccion admirable de la forma, por la belleza del lenguaje, por la sonoridad del verso. Selgas indudablemente es un gran poeta lírico, Ayala indudablemente un gran poeta dramático. Pero la literatura española se distingue tambien hoy por su divorcio sacrilego con el espíritu del siglo, con la causa de la libertad. Ya no puede escribir Quintana que representaba con tanta fidelidad la fe política y filosófica del siglo pasado; ya no puede escribir Espronceda que representaba con tanta fidelidad la duda religiosa y moral de nuestro siglo. Zorrilla, á pesar de su inspiracion siempre jóven y de su vena inagotable, Zorrilla dotado

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