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israelita, segun el encargode Mardoqueo ocultó cuidadosamente su orígen y el nombre de su pueblo. Habían pasado diez meses antes que la llegase el turno de ser presentada al rey; y durante este intervalo Mardoqueo inquieto por su sobrina, se paseaba todos los dias delante del vestíbulo del palacio para adquirir noticias de lo que aconteciese. En fin, llegó el instante en que la suerte de Ester debia decidirse: se presentó ante su señor: el candor y la dulce expresion de su semblante, la modestia de sus miradas y su aire noble y gallardo, arrebataron instantánea mente al rey, que apasionándose de la bella judía olvidó completamente á Vasthi, y colocó sobre su cándida frente la diadema real; acontecimiento memorable que fue celebrado con regocijos públicos en que volvió á desplegarse toda la magnificencia de Asuero. Los pueblos de las diferentes provincias de la Persia tuvieron tambien motivo para bendecir este himeneo, pues el monarca les hizo gracia en el pago de crecidos tributos. Mardoqueo, que continuaba asistiendo al vestíbulo del palacio diariamente, tuvo ocasion de descubrir una conjuracion formada contra la vida de Asuero por dos eunucos llamados Ragatan y Tares. Hizo pasar un aviso secreto á la reina que previno á su esposo en nombre de Mardoquco del peligro que corria; y los dos esclavos convencidos del crímen

que intentaban, perececicron en el suplicio, siendo inscrita la historia de su conspiracion en los anales del reino por orden de Asuero, con el nombre del que le habia hecho tan señalado servicio. Algun tiempo despues elevó este monarca al rango de su favorito á un amalecita de la familia de Acab, llamado Amán, que llegó á tener un poder tan desmedido como su orgullosa ambicion. Queria que todos se arrodillasen ante él, y el rey fue bastante débil para otorgarle este honor. Mardoqueo sin embargo fue el único que se negó á rendir al favorito el homenaje debido tan solo á Dios y al monarca. Aman, furioso contra el que osaba desafiar su poder, resolvió vengarse, no solo de Mardoqueo, sino tambien de todos los israelitas. Para lograrlo, y bajo el pretesto del interés público, Amán sorprendió al rey y le hizo autorizar un edicto en que se ordenaba á todos los satrapas y jueces que hiciesen dar muerte el dia 13 del mes de adar (corresponde al mes de febrero) á todos los judíos diseminados por el imperio de los persas, sin excepcion de sexo ni edad, inclusos los niños de pecho. Felizmente faltaban mas de diez meses para que llegase el terrible dia sɩñalado; pero tan pronto como el edicto fue fijado en Susam, Mardoqueo desgarró sus vestiduras, se cubrió con ceniza la cabeza y se presentó á las puertas de palacio, haciendo que pasasen ̃una

copia del decreto á la reina, y suplicándola que hablase al rey é intercedicse por su pueblo. Ester hizo saber á su tio que una ley condenaba á muerte á toda persona, cualquiera que fuese su rango, que se atreviera á penetrar en los salones interiores del palacio sin expresa orden del rey; «¿cómo pues, añadia, podria yo ofrecerme á sus ojos, cuando hace treinta dias que no he sido llamada por él?» Mardoqueo insistió y adujo para interesarla en la suerte de su pueblo muchas y poderosas razones; y determinada al fin la reina á arrostrar la muerte si era necesario, encargó á su tio que reuniese á todos los judíos residentes en Susam, que ayunasen tres dias y orasen por ella. Asi lo ejecutaron, y Ester que tambien habia ayunado el mismo tiempo, se quitó sus vestidos de luto al tercer dia, y adornándose todo lo mejor que pudo invocó al Dios de Israel, atravesó los salones del palacio apoyada en una de sus criadas y se presentó á Asuero en un momento que, sentado sobre su trono, brillante de oro y de piedras preciosas, se mostraba con el explendor imponente de la magestad real en Asia. El atrevimiento de la reina fue causa de que la dirigiese una mirada terrible que llenándola de espanto la hizo perder el uso de sus sentidos y caer desmayada. Asuero temblando por el estado en que veia á su querida esposa, descendió del trono,

T. II.

la tomó en sus brazos, y la dijo: «¿Qué tienes, Ester? Yo soy tu hermano: esa ley no se ha dictado para tí; nada temas »; y como la reina continuase guardando silencio, extendió hácia ella el cetro de oro que era la señal de gracia, presentándosele para que lo besase, y añadiendo: «¿Qué deseas, reina Ester? ¿Qué quieres? Yo prometo concederte todo cuanto me pidas, aun cuando fuese la mitad de mi imperio.» Animada Ester con tanta benevolencia, respondió suplicando al rey que asistiese con Amán á un banquete que le habia preparado, é indicó que alli declararia lo que deseaba. Asuero hizo llamar al momento á su favorito para que obedeciese las órdenes de la reina. En medio del banquete preguntó de nuevo á Єu esposa qué era lo que deseaba. Ester aplazó para el dia siguiente la exposicion de sus deseos, y reiteró el convite que fue aceptado. Amán cuyo orgullo se aumentó con la distincion que acababa de recibir de los reyes, vió á Mardoqueo al salir del palacio que como siempre se negó á doblar ante él la rodilla, y lleno de despecho hizo levantar enfrente de su palacio una horca de cincuenta codos de altura para vengarse del israelita haciéndole morir al dia siguiente en aquel afrentoso suplicio. Mientras tanto llegó la noche, y no pudiendo Asuero reconciliar el sueño, mandó como tenia de costumbre que uno de sus sirvientes le3*

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yese algunos párrafos de las anales de su reinado. El lector abrió casualmente por donde estaba escrita la narracion del servicio hecho por Mardoqueo, descubriendo la conjuracion de los eunucos. El rey preguntó qué premios se habian dado á aquel hombre y la expresion del disgusto se retrató en su semblante cuando le contestaron que ninguno. Apenas fue de dia hizo llamar á Amán, que ya esperaba con impaciencia la hora de ver al rey para hacerle firmar la sentencia de muerte contra Mardoqueo, único hombre en el imperio ouya altivez le humillaba. Cuando se presentó le preguntó Asuero qué demostraciones deberian hacerse para honrar dignamente á un hombre á quien el monarca queria dar pruebas de un profundo reconocimiento. Amán, creyendo que el rey iba á colmarle de nuevos favores, contestó: «Debe ser revestido con los ornamentos reales, colocar la diadema sobre su cabeza, hacerle conducir por la ciudad sobre el caballo de que ordinariamente se sirve el rey, y cuyas riendas debe llevar el primero entre los grandes de la corte, diciendo en alta voz al marchar delante de él por todos los parajes públicos: «Asi se honra á quien el rey quiere honrar. » Entonces Asuero le ordenó que inmediatamente fuese á encontrar en el vestibulo del palacio á Mardoqueo, y que hiciese exactamente para honrarle todo cuanto le acababa de manifestar; el favorito con

fundido, avergonzado y ocultando la rabia en el fondo de su alma, obedeció á su señor y se humilló á servir de palafrenero á Mardoqueo. Sus amigos y su mujer aumentaron su desesperacion anunciándole que despues de aquel triunfo obtenido por el israelita no podia sustrarse á su venganza. Sin embargo, ocultando su dolor bajo una aparente alegria, concurrió al festin de la reina. Asuero encantado aquel dia mas que nunca de los púdicos atractivos de Ester, la reiteró sus promesas; y ella aprovechando ocasion tan oportuna se postró á sus pies y le dijo: «Si he hallado gracia ante tus ojos, te pido mi vida y la de mi pueblo. Nos van á exterminar y yo sufriria la muerte con resignacion si no supiese que viene de las manos de un enemigo bárbaro, cuya crueldad va á recaer sobre tí mismo y hacerte odioso á tus pueblos. »>«¿Y quién es (preguntó Asuero admirado) el hombre con bastante poder para hacer tanto mal? » « Amán» respondió Ester.-El amalecita confundido bajó los ojos y el rey se levantó de la mesa encolerizado; pero, para no dejarse llevar del primer rapto de ira, se salió á un jardin inmediato. Amán que se consideró perdido, cayó á los pies de la reina pidiéndole la gracia de la vida: en aquel momento volvió á entrar Asuero en el salon del festin, y sorprendiéndole en aquella actitud, exclamó irritadísimo: «¡Cómo!

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¿Será posible que llegue la osadla de ese hombre hasta querer ultrajar á la reina en mi presencia?» Al momento se llegó un eunuco á Amán, y cubriéndole el rostro, señal de condenacion entre los persas, dió parte al rey de que el favorito habia hecho levantar delante de su palacio la horca de que antes hemos hablado: aumentóse la cólera de Asuero, y despues de ordenar que Amán perdiese la vida en el mismo suplicio, regaló su palacio á la reina. Esta consiguió de su esposo no ya tan solo la revocacion del edicto fulminado contra los israelitas, sino tambien que decretase el castigo de sus adversarios en todo el imperio. Los israelitas tomaron ciertamente una terrible venganza de sus ultrajes, porque segun el sagrado texto fueron setenta y cinco mil quinientas las víctimas que sacrificaron. Entre ellas debe conlarse á los diez hijos de Amán, que tambien fueron degollados; aquella matanza comenzó el 13 del mes de adár y continuó el dia siguiente en la ciudad de Susam y en las demas de la Persia. El 14 del mismo mes celebran los israelitas la fiesta que llaman de Purim, en conmemoracion de aquellos acontecimientos. Esta es para los judíos lo que las bacanales eran para los paganos: se lee en ella todo el libro de Ester, y cuando se nombra á su enemigo Amán dan golpes con los puños, con los pies, y aun con martillos en los bancos en que estan sentados. Mardoqueo

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reemplazó á Amán en el favor de
Asuero, que le entregó su sello
y le colmó de bienes y dignida
des. Ester vivió dichosa y el rey
siguiendo sus sabios y prudentes
consejos llegó al apogeo del poder
y de la gloria. El libro de Ester,
que fue traducido del hebreo al
latin por 8. Gerónimo, contiene
algunos fragmentos que no están
admitidos por los judíos como
canónicos; la iglesia católica ro-
mana sin embargo, en el conci-
de Trento, reconoció como tal to-
da la obra que muchos padres
atribuyen á Esdras, y que segun
otros fue compuesta por la reina
Ester y su tio Mardoqueo. Ra-
cine sacó de la historia de esta
reina de Persia el argumento pa-
ra una de sus mejores tragedias.

ESTER (israelita), amante del rey de Polonia Casimiro III, llamado el Grande; vivia á mediados del siglo XIV. «Bella (dice Mad. de Mongellas), como la reina cuyo nombre llevaba, y como ella adicta tambien á su pueblo proscrito, se sirvió de su ascendiente sobre el gran Casimiro para hacerle acordar su proteccion á los judíos y promulgar en su favor varias leyes que dictadas por el amor aprovecharon á la politica de este rey y contribuyeron á la prosperidad de la Polonia, fomentando la industria y el comercio.» En efecto, Casimiro III, á instancias de Ester, concedió á los judíos muchos privilegios, siendo de notar que aun gozan de la mayor parte de ellos en la actualidad. No se dice en

:

qué año murió Ester, si bien creen algunos que sobrevivió muy pocos á su real amante: Casimiro falleció en 1370.

se,

ESTESICLEA, joven ateniende rara hermosura y grandes talentos. Fue célebre porque la pasion que supo inspirar á un mismo tiempo á Temistocles y Aristides, produjo la desunion entre estos dos famosos ciudada nos, con no poco, daño de los intereses de la república.

Era hija de Demetrio Poliorcetes y casó con el rey de Siria, Seleuco Nicator, hácia el año 300 antes de Jesucristo. Antioco Solero, hijo de este principe, se apasionó de Estratónica en tales términos que enfermó muy de peligro. El médico Erasistrato que habia descubierto la causa de su mal, declaró que el solo medio de salvarle la vida era unirle á la reina Estratónica. Seleuco amaba á su esposa; pero este amor cedió al paternal y consintió en la union de Estratónica y Antioco. ESTRATÓNICA, mujer de Deyotaro, tetrarca y despues rey de la Galacia. Vivia esta princesa por los años 80 antes de Jesucristo, y los historiadores hacen de ella una mencion honorífica. Tuvo la desgracia de no dar sucesion á su es poso; y persuadiéndose á que consistia en defecto físico suyo, quiso que Deyotaro usase de cualquiera otra mujer y que adoptase los hijos que en ella tuviera. El rey que la amaba tiernamente rehusó por mucho tiempo obedeeerla; pero fueron tautas las instancias de Estratónica y tan poderosas las razones con que trató de convencerle, entre otras el interés del estado, que al fin aunque con repugnancia se prestó á la extraña exigencia de su esposa. Entonces esta el gió de entre sus sirvientes una hermosa doncella llamada ELECTRA, y adoptó en efecto como propios los hijos que Deyotaro hubo en ella, educándolos con amor y cuidado del modo correspondiente al rango

ESTIENNE (Nicolasa), hija del célebre impresor y médico, Carlos Estienne, y esposa del no. menos famoso Juan Liebaut, médico de Paris: nació en 1545. Es conocida por haber dejado escritas muchas obras que no se han publicado: pero entre las cuales citan los biógrafos franceses con elogio las dos siguientes: Contra-estancias en pro del mat, imonio, ó Respuestas á las estancias de Felipe Desportes contra el matrimonio. Apología de las mu¬ jeres contra aquellos que las de-. tractan. Nicolasa Estienne murió, segun se dice, en los últimos años del siglo XVI.

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ESTRADA (Maria de), espa ñola, mujer de uno de los que servian á las órdenes de Hernan Cortés. Se hizo célebre en las peligrosas expediciones de aquel gran capitan, desplegando un valor que la hizo digna de ser comparada con los guerreros mas intrépidos del ejército español en Méjico.

ESTRATÓNICA, princesa griega, célebre por su hermosura.

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